A cuestas con la vida
Esta vez el frio y la lluvia me han cogido sin que los necesitase; no se si estoy hablando de otro estado de ánimo diferente o de otro ritmo de vida.
La hierba ya no crece, pero ya lo hizo, y bastante, a finales del verano. Ahora no me atormenta, ya no la veo cada mañana abrazada por Rocío; ahora veo un gris húmedo que recoge los saltos de los envidiados párvulos. Me estoy perdiendo un otoño en el campo y ganando uno en pareja.
La emancipación me ha llegado, y la vida en pecado con ella.
-¿Qué haces de cenar?
-¿Por...?
-No, porque a lo mejor hoy duermo en casa...
Casa, campo, bunga, pueblo...¡Qué follón!
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