jueves, 13 de noviembre de 2008

La crisis se vive en los bares



Entro a comer al bar del polígono, voy solo y tengo que pagar los bocatas de los chóferes.

El mismo restaurante en el que hace un año abrían los dos comedores, sólo habemos diez personas comiendo a las dos y media de la tarde. Y encima día de puchero (el menú estrella del local).

8.50€ dan para ensalada, pan , primero, segundo, postres caseros y café. En la tele echan Los Simpsons, y Ana, la camarera, es muy atenta; pero aun así somos diez comensales.

Mientras pienso en que tendré que ir a Ciudad Real a tratar de cobrar un impagado, observo que un chico que come en la mesa contigua a la mía, no le quita ojo a un borrachín de la barra. Espera a que se despegue de la barra y se disponga a salir del bar para increparle en la puerta:

-¿Cuando me vas a pagar los 4.000€ que me debes desde el verano del trabajo de Denia?
-Yo no te debo nada.

Salen del bar y ya no se les oye, pero el supuesto acreedor le empuja enfáticamente; el supuesto deudor se marcha. El acreedor entra en el bar, pide disculpas y sigue comiendo.

Con el café llegan las noticias y Antena 3 no se olvida de la crisis.

A la salida del bar veo el cartel que figura arriba. La gente que comemos en la calle solemos hacer del viernes un sábado y es difícil terminar comiendo en un polígono. Y las fábricas terminan al mediodía. Antes, los compañeros comían en los bares distendidamente y luego tomaban una copa.

La comida en los bares se están cambiando por las fiambreras con los restos de la cena del día anterior en el salpicadero de la furgoneta o el coche.

Ahora salen corriendo para casa a estudiar los folletos de los supermercados de rigor para ver dónde han de comprar el arroz y dónde el zumo. Los bares sólo abren los viernes para recibir género. La solución desperada, más que apetitosa, resulta aterradora. Menú por algo menos de 500 pesetas.

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