miércoles, 28 de febrero de 2007

A mí que no me maten

papichulo

En estos tiempos del periodismo veloz y exclusivo, las ansias de ser los primeros en publicar algo nos supera. Todos sabemos de la existencia de los llamados reportajes nevera, los cuales tienen buen uso en momentos de escasez informativa o cuando son susceptibles de elaborarlos antes de que cobren significado y sean veraces, a falta de modificar o introducir algunos datos en huecos ya establecidos en la redacción del artículo. Todo el mundo se puede escribir su propia necrológica a falta de poner la fecha y el motivo de la muerte. Podríamos escribir nuestra vida, nuestra trayectoria profesional y a esperar a que la guadaña llegue y alguien nos termine el artículo (qué macabro).

Esto es lo que hizo Televisa y seguro que algún medio más con la inminente muerte del pontífice Juan Pablo II ante su deteriorado estado de salud y su avanzada edad. El problema es que a Televisa se le coló el artículo en Internet cuando el Papa todavía estaba muy vivo. El texto contemplaba su vida y obra y tenía espacios en la fecha el lugar y la causa de la muerte. La polémica no se hizo esperar y cuando la compañía mexicana se dio cuenta, ya habían miles de capturas y el hecho se comentaba en numerosos blogs y foros.

La rapidez y la anticipación a los hechos son clave en nuestra profesión, pero la precaución y el contraste, también; así que no nos dejemos llevar por la exclusiva y seamos cautos y rigurosos.

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