De 8 cajas de zapatos llenas de recuerdos, han salido:
- tres bolsas de basura.
- una caja con cuatro fotos, centenares de negativos con sus fotos perdidas y dos carretes sin revelar. Quiero llevarlos al Fotoprix, a ver si a pesar de los diez años que pueden llevar ahí, sale alguna foto.
- otra caja con recuerdos de lo que ya era la vida que llevo ahora (piercings, tikets, y otros recuerdos de viajes, cartas tontorronas de una novia que tenía y que ahora es mi mujer, una muela del juicio, y las pinzas del botiquín del coche con las que me quité los puntos de sutura de una circuncisión que merecía una inauguración pronta.
- otra caja, más pequeña con alguna foto y escritos de vidas anteriores a la que llevo ahora, pero que han sido mías. No me he atrevido a tirarlas, tampoco a juntarlas en la caja anterior; tal vez deje esa decisión a los otros actores de esas vidas.
- y por último, una pequeña caja con rotuladores, juguetes, y pegatinas para Tomás.
Tomás ha empezado la escuela infantil y tiene una mamitis severa que me pone de muy mal humor cuando tengo que quedarme con él.
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