Esto huele a muerto
Tan natural como nacer es el hecho de morir, y los musulmanes no iban a ser menos. Estos también se mueren y los afincados en España pues lo hacen aquí. Como se sienten tan españoles y están tan adaptados y concienciados con nuestra cultura y nuestra sociedad, muchos de ellos no prefieren descansar en paz en sus países natales, sino que prefieren el país del jamón.
Igual que nuestra Libertad de Culto les ofrece la posibilidad, consumada, de construir mezquitas, los campos santos vienen de la mano. El problema surge con el rito funerario, ya que los musulmanes, muy diferentes a los egipcios, sólo envuelven el cadáver con una sabana y lo entierran con dos montones de tierra.
Aquí en España, los seguros funerarios nos permiten el lujo de enterrar a nuestros muertos en una cajita de madera llamada féretro y con un mármol y todo, ¡que ostentoso!.
Pues bien, El Reglamento de Policía Mortuoria de la totalidad de las comunidades autónomas españolas exige, por motivos sanitarios el traslado y el entierro del cadavér en un féretro.
Las críticas no se han hecho esperar y la comunidad musulmana en España ya ha arremetido contra la Administración Pública y se queja de pocos cementerios.
Solo espero que las autoridades sean comprensivas y permitan a este colectivo disponer de sus muertos a sus anchas, que puedan enterrar a sus difuntos en los jardines o en las cámaras de sus carnicerías, pero por favor, que mi perro no venga nunca con una falange en la boca.
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